Con la osteopatia visceral nos encargamos de tratar las vísceras, mejorando el peristaltismo visceral a la vez que estimulamos tanto su vascularización como su inervación.
Para que la funcionalidad de la víscera sea óptima se necesita un buen peristaltismo, este puede ser generado de forma intrínseca como en el caso de los intestinos o el estómago, y de forma externa, gracias a la acción del diafragma en su movimiento durante la inspiración y la espiración en el caso del hígado.

El déficit de cualquiera de estos dos motores del peristaltismo visceral, podrá generar alteraciones funcionales no patológicas en cualquiera de las vísceras disminuyendo su capacidad de funcionamiento, provocando a la larga problemas como alteraciones en el tránsito intestinal, reflujos, algias viscerales, estreñimiento funcional, aerofagia, congestión hepática, etc.

También hay que aclarar que, estando el organismo entero interrelacionado, debe entenderse, que las vísceras se interrelacionan entre ellas y con estructuras músculo-esqueléticas a través de tejidos como ligamentos, fascias y membranas.
Las alteraciones de la postura o problemas músculo-esqueléticos pueden generar fenómenos de tensión o tracción mecánicas sobre las vísceras y provocar su disfunción. De la misma forma, pueden aparecer dolores en segmentos musculoesqueléticos, por ejemplo a nivel lumbar o cervical, debidos a problemas viscerales. Éstos pueden alterar la movilidad articular, la postura del paciente y generar dolores a distancia.